Subject: TNI Newsletter: #10YearsOn

#10yearson


    Dear reader,

    On September 15 2008, Lehman Brothers, the fourth largest investment bank in the United States at the time, filed for Chapter 11 bankruptcy protection. The bankruptcy filing is widely credited as the “Sarajevo incident” for the 2007-2008 financial crisis. The global economic recession that was its aftermath has been a display of the inherent dangers in the pervasive financialisation of daily life.

    Has this “near-death experience” of the world financial system sparked any sustainable change a decade later?
    The Lehman Brothers, Painting by Gosse van der Leij (private collection).

    The bailouts
    What the crisis revealed was the financial markets’ ability to preserve private profits while socialising their liabilities. Essentially the banks were at fault, yet they were saved, as they were considered “too big to fail”, subsequently it were everyday people who paid the price. While this gave impulse to loud protestations at first, there was no consequent abandonment of the prevailing orthodoxy; just a brief nudge that was quickly reversed. The government-bailouts paradoxically weakened the positions of governments and because of that the financial sector successfully prevented any real regulation.

    As a result, finance has continued to trawl the world hunting for returns. Consequently, more and more parts of our daily life, like mortgages, insurances, school buildings, even public facilities like energy and clean drinking water, have become trade-able financial products, which are speculated upon in financial markets.



    Dismantling the mechanisms of finance
    Thankfully, the state of finance today is not natural and inevitable. The capture has been engineered by powerful interests that enjoy a global architecture of impunity, buttressed by legal mechanisms that entrench corporate power and limit the scope of action for elected governments. The fact that it was constructed, however, means that it can be dismantled.

    To do so, we must find new- and perhaps rediscover some old- ways to meet our needs, including public services, agriculture, education, health, housing and pensions, without having to rely entirely on the financial system. We need to find inclusive and democratic methods of accessing financial services. We can collectively think of new ways for the 21st century. In fact, in many ways we already are.
    Encouraged by the idea that we can build the economies we live in, individuals and communities across the globe are taking finance into their own hands. For instance, TNI has documented how Public Banks can help finance a green and just energy transformation. The examples of Costa Rica’s Banco Popular and Germany’s KfW are not perfect, but they offer important lessons in the struggle to equitably finance a just energy transformation.

    Internationally, citizens’ movements are using the ten year anniversary of the crisis to bring governments to account and to demand a change in the global finance system. If you cannot join any of the actions that are being organised in 11 countries, you can still add your voice to the growing campaign by signing the online petition.


    Concurrently, 14, 15, and 16 September will see the the Alternative Finance Festival (AFF), a grassroots festival throughout the Netherlands which celebrates the financial alternatives that already exist, and everyone who is working on financial change, from citizen co-ops to ethical banking, and from local currencies to unconditional giving. The festival aims to show that things must and can be different, and that there are already many alternatives that are paving the way.

    Finally, TNI believes that in order to effectively tackle the coupling of Finance and Power, we need to better understand and thereby unmask the financial sector.
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    "If only we had the resources of those we are up against, we could change the world!" - TNI President Susan George

    We ask for your help to continue to make change.

     
     


    Apreciado lector, apreciada lectora:

    El 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers, el cuarto mayor banco de inversión de los Estados Unidos en aquel momento, solicitó acogerse al amparo del capítulo 11, un procedimiento que se prevé en el país para las empresas que se enfrentan a la quiebra. Este hecho se suele considerar como el desencadenante definitivo de la crisis financiera de 2007-2008. La recesión económica mundial a la que dio lugar nos ofrece una buena muestra de los peligros que entraña la financierización de nuestras vidas cotidianas.

    Una década después, ¿ha generado algún cambio sostenible esta “experiencia cercana a la muerte” del sistema financiero mundial?
    Lehman Brothers, pintura de Gosse van der Leij (colección privada).

    Los rescates
    Lo que la crisis reveló fue la capacidad de los mercados financieros para conservar las ganancias privadas y socializar sus pérdidas. La culpa, en esencia, fue de los bancos, pero finalmente fueron salvados porque se consideró que eran “demasiado grandes para quebrar”. Y fue la gente de a pie la que pagó el precio. Aunque la situación, en un primer momento, dio lugar a fuertes protestas, estas no se tradujeron en un abandono de la ortodoxia predominante. Se trató de apenas una advertencia que muy pronto quedó en la nada. Aunque parezca paradójico, los rescates públicos debilitaron la posición de los Gobiernos y, por ese motivo, el sector financiero impidió con éxito que se introdujeran regulaciones reales.

    Las finanzas siguen recorriendo el mundo ávidas, en busca de ganancias. En consecuencia, cada vez más ámbitos de nuestra vida cotidiana —como las hipotecas, los seguros, los edificios escolares e incluso los servicios públicos como la energía y el agua potable— se han convertido en productos financieros negociables, con los que se especula en los mercados financieros.



    Cómo desmantelar los mecanismos de las finanzas
    Afortunadamente, el estado actual de las finanzas no es natural ni inevitable. Este acaparamiento ha sido concebido por intereses poderosos que han construido una estructura global de impunidad, respaldada por mecanismos jurídicos que refuerzan el poder de las grandes empresas y limitan el margen de maniobra de los Gobiernos elegidos. Sin embargo, el hecho de que se haya construido, significa que se puede desmantelar.

    Para lograrlo, debemos encontrar formas innovadoras (y tal vez redescubrir alguna antigua) de satisfacer nuestras necesidades —como servicios públicos, agricultura, educación, salud, vivienda y pensiones— sin tener que depender totalmente del sistema financiero. Debemos encontrar métodos inclusivos y democráticos de acceder a los servicios financieros. Podemos pensar colectivamente en nuevas vías para el siglo XXI. De hecho, en muchos sentidos, ya tenemos algunas respuestas.

    Inspiradas por la idea de que podemos construir las economías en las que vivimos, comunidades de todo el mundo están tomando en sus propias manos el control de las finanzas. Por ejemplo, el TNI ha documentado cómo los bancos populares pueden ayudar a financiar la transición hacia una energía justa y verde. Puede que los ejemplos del Banco Popular, en Costa Rica, y de KfW, en Alemania, no sean perfectos, pero ofrecen lecciones importantes sobre la lucha para financiar de forma equitativa una transformación energética justa.

    A escala internacional, movimientos ciudadanos están aprovechando el décimo aniversario de la crisis para reivindicar que los Gobiernos rindan cuentas y exigir un cambio del sistema financiero global. Si no puedes participar en las acciones que se están organizando para el 15 de septiembre en 11 países, puedes sumar tu voz a la campaña firmando la petición en línea.


    Coincidiendo con esa fecha, del 14 al 16 de septiembre, se celebrará en los Países Bajos el Festival de las Finanzas Alternativas (AFF), un encuentro de base que tiene por objetivo celebrar las alternativas financieras que ya existen y todos los grupos que están trabajando por el cambio financiero, desde las cooperativas ciudadanas a la banca ética, pasando por las monedas locales y las donaciones incondicionales. El festival pretende poner de relieve que las cosas deben y pueden ser distintas, y que ya hay muchas alternativas en marcha para allanar el camino.

    Por último, el TNI cree que, para abordar la interconexión entre finanzas y poder, debemos comprender mejor y, por lo tanto, desenmascarar al sector financiero. Con esa idea, el TNI ha abierto una convocatoria de propuestas que persigue reunir ensayos y colaboraciones artísticas accesibles que aborden la cuestión de las finanzas y el poder.
    Si valoras el pensamiento crítico y las alternativas reales, ¿por qué no realizar una donación? Todas las aportaciones, por pequeñas que sean, suman y son muy bienvenidas. ¡Gracias!

     


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