Hoy, como cada 15 de septiembre, nuestro corazón late más fuerte al ver nuestra bandera ondear en lo alto, recordándonos la bendición de vivir en esta tierra de paz y libertad.

Hace 204 años, en 1821, la independencia llegó a nuestras manos, trayendo consigo la esperanza de un futuro propio. Aquel día marcó el inicio de una historia escrita con esfuerzo, unidad y amor por nuestra patria. Desde entonces, generación tras generación, hemos defendido con orgullo los valores que nos distinguen: democracia, solidaridad y paz.

Costa Rica es más que un nombre en el mapa: es el canto de los gallos en la madrugada, los desfiles de faroles iluminando la noche del 14 de septiembre, y los niños entonando el himno con la frente en alto. Es también la decisión valiente de abolir el ejército en 1948, para sembrar en su lugar escuelas, hospitales y oportunidades de vida.

Ser costarricense es llevar en el alma la sencillez de nuestra gente, la calidez de nuestras comunidades y el amor profundo por la naturaleza que nos rodea. Somos un pueblo pequeño en tamaño, pero inmenso en esperanza y grandeza de espíritu.

En este Día de la Independencia, celebremos con orgullo lo que somos y lo que hemos construido juntos. Que cada azul, blanco y rojo de nuestra bandera siga recordándonos que la libertad y la paz son nuestro mayor tesoro.

¡Viva Costa Rica!